«Teología en un congreso», Frei Betto

La segunda semana de octubre, en Unisinos, São Leopoldo (RS), se celebró un congreso teológico para conmemorar los 50 años del Concilio Vaticano II (1962-1965) y los 40 años de la Teología de la Liberación (TdL).

Convocado por el papa Juan XXIII, el Concilio reunió en Roma a casi todos los obispos católicos del mundo. Los documentos allí aprobados representan una profunda renovación en la doctrina y en la práctica de la Iglesia Católica.

A la luz del Concilio la Iglesia deja de ser una institución triunfalista y clerical para ser comprendida según el concepto dinámico de pueblo de Dios en camino en la historia. La misa en latín deja el paso a la liturgia en lengua vernácula. La confesión auricular cae en desuso y pasa a ser revalorizada la comunitaria. Las iglesias protestantes dejan de ser miradas como enemigas o rivales para ser acogidas en el diálogo ecuménico. Los judíos ya no son acusados de deicidio, y tanto ellos como los musulmanes se vuelven compañeros de los católicos en el diálogo interreligioso. Se aprecia más el papel de los laicos en la misión de la Iglesia. Teilhard de Chardin es rehabilitado y la ciencia es vista como complemento de la fe y no como adversaria.

La versión latinoamericana del Concilio fue la reunión de los obispos de América Latina en Medellín, Colombia, en 1968. Inaugurada con la presencia del papa Pablo VI, la conferencia de Medellín aprobó unos documentos pastorales considerados como los más avanzados en la historia de la Iglesia en nuestro continente.

Algo nuevo ya venía brotando en el seno de la Iglesia antes del Concilio: las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). Debido a la carencia de sacerdotes, el pueblo sencillo de la periferia urbana y del campo, en su ansia por fortificar su vida cristiana, se sintió estimulado por el método Ver-Juzgar-Actuar y por la contribución pedagógica de Paulo Freire.

En sus reuniones y celebraciones los militantes de las CEBs parangonaban fe y vida, Bíblia y realidad social, práctica de Jesús y desafíos actuales a los cristianos. De esa reflexión, retomada por los teólogos, nació la Teología de la Liberación

La TdL no es, pues, un sumario de conceptos surgidos de la cabeza de teólogos progresistas, sino la sistematización teológica de la vivencia de fe de militantes insertos en movimientos populares, sindicatos y partidos. Vivencia de fe al interior de las luchas guerrilleras de las décadas de 1960 y 1970, y del martirio de sacerdotes revolucionarios como Camilo Torres en Colombia, y Henrique Pereira Neto en Brasil. La TdL es fruto del diálogo fructífero entre cristianos y marxistas comprometidos en las luchas liberadoras.

Ahora bien, todo ese proceso, tan vigoroso en la Iglesia Católica latinoamericana entre 1960 e 1990, comenzó a retroceder a partir del pontificado de Juan Pablo II. Férreo anticomunista, el papa polaco, instigado por el cardenal Ratzinger, tuvo cuidado de no nombrar obispos a sacerdotes progresistas y de no valorar las CEBs como alternativa pastoral.

Aunque nunca haya condenado la TdL, como sugieren ciertos medios, Juan Pablo II apoyó las dos Instrucciones del cardenal Ratzinger, por entonces presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que contienen reservas y censuras respecto a esa línea teológica. Se inició un acelerado proceso de «vaticanización” de la Iglesia Católica latinoamericana. Y poco a poco fue perdiendo su carácter profético de «voz de los que no tienen voz”.

Muerto Juan Pablo II asumió el papado, con el nombre de Benedicto XVI, el susodicho cardenal Ratzinger. Terminada la Guerra Fría y derribado el muro de Berlín, la coyuntura de América Latina también sufrió cambios sustanciales, tales como el fin de los movimientos guerrilleros, de las dictaduras militares y de la militancia revolucionaria a favor del socialismo.

La TdL ha muerto, propalaron sus críticos. Pero ni ella ni las CEBs han muerto sino que han perdido visibilidad: en la Iglesia por falta de apoyo de la jerarquía, en los noticieros por el desinterés de los medios.

Ahora el congreso de São Leopoldo intenta hacer el balance de los frutos del Concilio y de los 40 años de TdL. Hoy día esa reflexión teológica abarca también los temas candentes en este comienzo del siglo 21, como la cuestión ambiental, la astrofísica y la física cuántica, las relaciones de género, la lectura femenina de la Biblia, etc.

El congreso sólo quiere, en resumen, encontrar respuestas a esta pregunta: en un continente con tanta opresión, ¿qué significa hoy ser discípulo de Jesús liberador y hacer teología en medio de una población cuya mayoría padece pobreza y falta de derechos humanos elementales?

[Traducción de J.L.Burguet]

Fonte: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?lang=ES&cod=71442

Un comentario

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