ACHÉGASE NADAL

Nun momento en que todo o ambiente en que nos movemos convídanos a celebrar o Nadal non veñen mal estas suxestións para “vivir o Nadal de maneira diferente”.

No es fácil en esta sociedad celebrar todavía con un poco de hondura la experiencia central de la Navidad. Tal vez el mejor camino para intentarlo sea el silencio.

Así nos lo sugiere un viejo texto litúrgico al proclamar que la irrupción de Dios en la humanidad sucedió «cuando un silencio sosegado lo envolvía todo».

He aquí algunas sugerencias para quienes deseen este año vivir la Navidad “de manera diferente”.

Lo primero es prepararse. Hacer el propósito de dedicar algún tiempo a preparar estas fiestas. De lo contrario, es difícil sustraerse al ambiente trivial y engañoso que estos días parece impregnarlo todo.

Después es necesario tener valor para estar a solas con nosotros mismos. Si lo logramos, tal vez podamos descubrir algo nuevo. Una habitación tranquila, una iglesia solitaria, un paseo retirado pueden servirte para “hacer silencio”.

Dejarse penetrar por el silencio no es fácil, sobre todo cuando se vive siempre en el ruido. Al comienzo, te sentirás lleno de sensaciones, impresiones, recuerdos. Si sabes esperar y permanecer, poco a poco irán apareciendo dentro de ti tus verdaderas preocupaciones, tus miedos, tu tristeza o tu alegría.

Si sigues todavía escuchando, podrás sentir una impresión inquietante. La soledad. Estás solo en medio de la vida. Esas personas con las que te relacionas todo el día, a las que rechazas o quieres, están lejos. En el fondo, todos estamos solos. Tú lo experimentas ahora con más luz en esa sensación extraña que te invade.

Si, cerrando los ojos, te atreves a seguir en silencio en una actitud humilde de confianza, es fácil que, en el interior de ese vacío y soledad, comience a insinuarse una presencia.

No le des todavía el nombre de Dios. Es sólo una experiencia que te puede poner ante la presencia de un Dios inmensamente lejano e incomprensible y, sin embargo, inmensamente cercano e interior a ti mismo.

Entonces, deja que el silencio te hable. Por una vez, atrévete a escuchar esa presencia cercana de Dios. No pienses en tus miedos ni en tu miseria. No pienses siquiera si eres cristiano o no. Sencillamente, acoge el misterio.

Como dice K. Rahner, “esta experiencia es la más decisiva para comprender el mensaje central de la Navidad: Dios se ha hecho hombre. Lo divino ha irrumpido en el interior de lo humano».

Entonces, tal vez sientas tu corazón renovado. Será el mejor regalo que puedas recibir en Navidad. Será también el mejor regalo que podrás hacer a los que te rodean.

José Antonio Pagola