ADVENTO: CATRO SEMANAS PARA ESPERTAR A ESPERANZA

Comezamos o Tempo de Advento que como xa sabemos é tempo de espera. E… ¿qué esperamos? Os cristiáns esperamos aquilo que non é todavía pero que trata de chegar a ser. O advenimento que esperamos ¡é o Reino!. Non é outro mundo…, é este mismo mundo…¡pero totalmente outro! Os cristiás somos fillos da gran utopía da causa de Xesús e temos o gran relato do proxecto de Deus. Temos que potenciar UN MUNDO NOVO, UNA NOVA COMUNIDADE. Este é o advenimento que esperamos, o soño que nos quita o sono, o que nos fai estar en alerta especialmente nestes catro domingos previos ó Nadal.

Deixámosvos esta reflexión do Bispo Jacques Gaillot no seu famoso «catecismo electrónico».

El Tiempo de Adviento / Jacques Gaillot

La liturgia propone cuatro semanas para la preparación de la Navidad. Cuatro semanas en las que se entremezclan dos llegadas, dos «advenimientos» de Cristo: ya vino, tomando nuestra condición humana. Volverá nuevamente revestido de su gloria. Los cristianos se preparan para celebrar el nacimiento del Niño de Belén, y, al mismo tiempo vuelven su mirada hacia el futuro para esperar el retorno glorioso de Cristo. Es el «ya pero todavía no». Para entrar en el misterio de Navidad, la liturgia pone especial énfasis en el personaje de Juan Bautista, enviado por Dios para preparar los caminos del Señor.

El tiempo del adviento es tiempo de deseo. El deseo siempre alimentado, nunca satisfecho, que nos empuja hacia delante con el gozo de salir al encuentro de Aquel al que no cesamos de buscar. Allí donde exista un deseo, habrá un camino.

No es la espera inquieta por un tren que no acaba de llegar. Tampoco la espera angustiada por un ser querido cuya vida está en peligro. Ni la espera ilusoria de aquellos que sólo viven para un pasado desaparecido para siempre.

Es la espera gozosa de los padres que se preparan para el nacimiento de su hijo. La espera de los vigilantes del alba. Saben que, por muy larga que sea la noche, dejará paso a la luz del día. Es la espera de los enamorados de la vida. Viven en estado de acogida. Estar vivo, es ser acogedor. Acogedor para lo que va a venir, lo que puede acontecer, lo inesperado, lo inédito. Entran en la aventura de la vida.

Pero también están los decepcionados de la vida, los que ya no esperan nada de ella. Ya no esperan nada de ellos mismos ni de los demás, ni de Dios, ni de la Iglesia, ni de la sociedad. Se diría que su vida se paró. Ya han entrado en la muerte.

Cuando Dios viene a habitar entre nosotros, todo es nuevo, todo debe ser nuevo. Es una buena noticia que cambia la vida. El tiempo del adviento se extiende a la humanidad entera. Un gran adviento de esperanza: otro mundo es posible. Nuestro planeta, aun dolorido por las desigualdades y las violencias, puede hacer germinar la justicia y la paz. No hay fatalidad. Cuando Dios entra en nuestra historia, abre las puertas del futuro y nos da la pasión por lo posible.

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