Continuamos coa publicación do evanxeo dominical, do comentario e da pregaria como instrumento para fortalecer a nosa espiritualidade. Unha vez máis o facemos da man do noso amigo Manolo Regal.
Lembramos unha vez mais as celebracions na nosa comunidade: Vixilia Pascual (Sábado 26 ás 10 de noite), Eucaristias de Pascua (Domingo 27 ás 11,30 e ás 12,30)
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
Juan 20, 1-9
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.
COMENTARIO
Ningún evangelista narra la resurrección de Jesús en sí, como narraron otros acontecimientos vividos por Xesús. Nadie lo vio, para poderlo narrar. Lo que sí nos transmiten los cuatro evangelistas son circunstancias alrededor de la resurrección, experiencias sobre la misma, convicciones, modos de acceso a esa experiencia, consecuencias de una fe en la resurrección de Xesús, que es lo que realmente les interesaba transmitir. Todo rodeado de un lenguaje simbólico, muy sugestivo, que apunta a lo fundamental: la experiencia de encuentro con Jesús resucitado como factor de relanzamiento de una vida de seguimiento en lo que él había dicho y había vivido.
Curiosamente los cuatro evangelistas, con diferencias de detalle dignas de tener en cuenta, están de acuerdo en que las primeras personas que experimentan, sienten y narran la resurrección de Jesús son mujeres: María Magdalena (Xn), las mujeres que lo acompañaban desde Galilea (Lc), María Magdalena y más la otra María (Mt), y María Magdalena, María la de Santiago y más Salomé (Mc). ¿Quiere decir algo este hecho? De las mujeres se dice en los relatos de la pasión de Jesús que, aunque en la lejanía, siguieron el desarrollo completo de la crucifixión y muerte de Jesús. Que lo siguieron muy entregadas a la persona y a la causa de Jesús, con mucho sufrimiento y con mucha disposición de colaborar con toda humanidad en las necesidades de un cuerpo vivo y de un cuerpo muerto cuando la ley judía se lo permitiera. Esta pasión por Jesús no es, seguramente, ajena al hecho de que estuvieran especialmente receptivas al regalo de la fe en la resurrección, a la experiencia fuerte de su encuentro con Jesús resucitado.
Los evangelistas, en los diferentes relatos con los que hablan de la vivencia de Jesús como resucitado, acumulan detalles: loseta corrida, sepulcro vacío, lienzos tirados, sudario, chico vestido de blanco, ángel, hortelano, incluso la presencia física de Jesús, pero todos acentúan que nada de todo eso es bastante para crear la experiencia de encuentro con Jesús resucitado. A pesar de todo eso los ojos y el corazón estarían cerrados para la vivencia de Jesús resucitado, si no se diese un algo más, gratuito, que les abre los ojos del alma para enterarse de que Jesús está vivo, de que su presencia es real, de que sigue empeñado en la misma tarea de siempre, y de que para la misma tarea de siempre los sigue convocando, cosa que se indica con el hecho de convocarlos de nuevo a Galilea. Lo importante, lo central de los relatos, es este don. Las mujeres lo recibieron y, con miedo y desconcierto, se lo fueron a transmitir a los demás del grupo de Jesús, que abundaron después en esa misma experiencia.
Los evangelios nos invitan a lo mismo que relatan: a la experiencia de Jesús resucitado, al encuentro con su persona, al relanzamiento en los tiempos de hoy de su tarea, de su misión. Y nos empujan también a que pongamos en juego todo aquello que posibilite esa experiencia: entusiasmo por Jesús, capacidad de acogida en la fe, disposición a ser desbordados por lo nuevo de Dios, apertura a quien ha experimentado y narra lo que le pasó, opción real de meternos en el mundo, en las alegrías, en las luchas de los más débiles de la sociedad, decisión de volver a los pasos de Jesús, en Galilea, en el día a día humilde, reeditando atención y servicio a las personas y grupos sociales más marginales, y restándole importancia a otro tipo de debates en los que tendemos a enredarnos ayer como hoy, hoy como ayer.
PLEGARIA
Jesús,
¡cuantas veces andamos
tristes y apagados en la vida!
Parece que tiuestas muerto para nosotros;
no sentimos tu presencia
ni tu gozo liberador a nuestro lado.
Lloramos, casi sin esperanza.
¿Donde están los ángeles, Jesús,
que nos corran la piedra del sepulcro
y de nuevo nos anuncien
tu presencia viva a nuestro lado?
¡Se acabaron los ángeles ! -dices-
solo hay mujeres.
Se acabaron los rostros de relámpago
sólo hay testigos humildes.
Se acabaron los terremotos
sólo hay el andar confiado
de la gente que sale por los caminos de la vida
anunciando con el lenguaje del amor
que estoy vivo en vosotros y en el pueblo.
Si me queréis ver resucitado
buscadme en la vida fiel que el mismo campo os ofrece,
buscadme en los gozos y en los trabajos de la pareja,
buscadme en el corazón alegre de los sencillos.
buscadme nos limpios, en los honrados.
Si me queréis ver resucitado
buscadme en los que sueñan con algo nuevo para todos
abrid las puertas de vuestro mismo ser
y miradme en lo más limpio y claro de vosotros mismos,
mirad a las que ofrecen compasion en las fronteras de la vida.
Ahí estoy, quitando miedos, alegrando a la gente,
ahí estoy resucitado.
(Podedes ler os orixinais galegos en escola de espiritualidade)