Francisco a África, unha viaxe necesaria pero de altísimo risco

Recollemos aquí este interesante articulo de José Manuel Vidal en «Religion Digital» á vez que apoiamos esta arriscada viaxe do Papa Francisco ao continente africano.

FELIZ E PROVEITOSA VIAXE, PAPA FRANCISCO, DESDE ESTE RECUNCHO DA GEOGRAFIA ESPAÑOLA (COIA)! PEDIMOLO DE CORAZÓN AO DEUS DOS POBRES!

«No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones». Es una de las máximas que repite el anciano y prestigioso teólogo suizo Hans Küng. Francisco también lo sabe y está dispuesto a asumir los riesgos personales de su viaje a Kenia, Uganda y Centroafrica, para predicar con su propia persona que la paz es posible, a través de la reconciliación y del diálogo interreligioso. Un viaje de altísimo riesgo, pero necesario para el Papa que, en sus propias palabras, va a África «como mensajero de la paz».

Desde su llegada al solio pontificio hará el 8 de diciembre 1.000 días, el Papa Bergoglio predicó la paz fruto de la justicia, la reconciliación basada en la misericordia en América, Europa y Asia. En los tres grandes continentes lanzó a su Iglesia a ser maestra de ternura, oasis de esperanza y hospital de campaña. Le faltaba África y, desde hoy, aprobará, seguramente con creces, esa asignatura pendiente.
Porque este Papa, blanco y argentino, es en el fondo muy africano. Por denunciar la cultura del descarte o la globalización de la indiferencia. Por defender a los hijos del continente negro y llorar con ellos en Lampedusa, en su primer viaje oficial tras ser elegido Papa. Por defender la naturaleza como nadie, en un continente donde dicen que estuvo el paraíso. O por conectar con la belleza apoteósica de un continente que reclama justicia, pide reconciliación y busca ardientemente esperanza. Francisco, el africano.

El Papa de los pobres quiere estar con los excluidos africanos, tocarlos, animarlos, quererlos y mimarlos. Quiere predicar sin red ni chalecos salvavidas ni papamóviles blindados. Quiere ponerse a su mismo nivel y compartir sus penas y alegrías, sus sueños y esperanzas. Y sus mismos riesgos y peligros.
Y la visita es, sin duda, la más peligrosa de las realizadas hasta ahora por Francisco. Su vida peligra y no es una frase hecha. Sobre todo, en Kenia y en Centroafrica. Kenia, fronteriza con el estado fallido de Somalia, vive, desde hace años, la terrible violencia del grupo yihadista Al Shabaah, uno de cuyos últimos atentados, en abril de este año, se saldó con 147 personas asesinadas en el asalto a la universidad de Garissa.

A pesar del peligro siempre latente de los yihadistas, Kenia cuenta con su ejército y sus fuerzas del orden y es, en estos momentos, un país estabilizado. No puede decirse lo mismo de Centroafrica, un país sin ejército, dividido entre dos guerrillas, una musulmana y otra cristiana, con cientos de miles de desplazados y refugiados. Y arrasado por una creciente violencia interreligiosa.

El polvorín de Centroafrica

Un polvorín el centroafricano del que advierten incluso los servicios secretos franceses. «Las cosas están realmente mal. Nadie está a salvo. La violencia ha aumentado y todas las noches se oye el ruido de disparos y granadas», explica un misionero salesiano que trabaja en el barrio de Damala, en Bangui.
«Además, varias parroquias y espacios donde se acogen a desplazados han sido atacados por la milicia Séléka y, en las últimas semanas, han aumentado los asesinatos y la violencia en las calles de la capital, sobre todo, en la zona más cercana al barrio Pk5», añade.

El peligro es tan real que el teólogo español, José María Castillo, acaba de publicar en Religion Digital una «carta abierta y urgente al Papa Francisco», en la que le pide encarecidamente que suspenda el viaje. Por él y por la gente. «Suspenda el viaje, P. Jorge Mario, por ahora. Lo podrá hacer en otro momento, cuando la amenaza de muerte para miles de seres humanos inocentes no sea tan inminente e incluso tan probable como lo es en estos días».

Pero Francisco no suspenderá su visita. Le esperan los pobres africanos, sus predilectos. El Papa de las periferias tiene que ir a África, casi toda ella una periferia. Para llevar a este continente martirizado por tantas guerras propias y ajenas un mensaje de esperanza, de paz y de reconciliación.

Con su mera presencia en África, el Papa publicará su mejor encíclica de respuesta a la violencia. Sin arrogancia, pero tampoco sin dejarse doblegar por el miedo. Con su receta de siempre bajo el brazo: el diálogo. Tanto social y civil como religioso. Y Francisco será el ejemplo vivo de que Dios, el Dios de las tres grandes religiones del Libro, es un Dios de paz y de amor. Porque «la violencia en nombre de Dios es una blasfemia y una profanación», como dijo recientemente.

Como dice el obispo español de Bangassou, en la República centroafricana, Juan José Aguirre, «el Papa nos va a invitar al perdón, que es difícil, pero es un don de Dios. Para que el miedo no sea más fuerte que nuestra esperanza. La ilusión revolotea en el aire. Pero también un temeroso respeto, porque la capital vive desde hace meses una espiral de violencia que 12.000 cascos azules y 900 soldados franceses de la Sangaris no han sido capaces de frenar».

Papa de la paz y Papa de los descartados. Y en nombre de ellos, Francisco hará resonar su voz profética desde las entrañas de África, para sacudir la conciencia de las grandes potencias y de las enormes multinacionales, que siguen esquilmando las riquezas naturales africanas. Sin crear riqueza ni desarrollo en el continente. Más aún, empobreciéndolo tanto que muchos de sus jóvenes empobrecidos y sin futuro arriesgan sus vidas a diario en busca del Eldorado europeo. Tantos que muchos mueren en el cementerio del Mediterráneo, mientras otros están aparcados en Marruecos en busca de una ocasión para saltar las vallas con las concertinas o estabulados en los centros de internamiento españoles de Ceuta y Melilla. Acoger a estos refugiados económicos también es un derecho humano. Pero África no sólo llora. Hay más risas que llantos en el continente negro. África baila y celebra la exuberancia de su naturaleza y es especialista en el cuidado de la ‘casa común’, al que el Papa invita en su encíclica ‘Laudato si’.
Y, por último, el Papa rezará con los africanos. Para dar gracias a Dios por su fe en medio de tanta pobreza y tantos problemas. Allí, el Papa encontrará una Iglesia católica en pleno crecimiento, con mucha credibilidad y creciente influencia social, pero que tiene que hacer frente a la expansión del islamismo y a la proliferación de las iglesias protestantes pentecostales, más y mejor inculturadas.

Aún así, África puede presumir de ser uno de los continentes en los que más ha crecido el catolicismo: tiene actualmente 172 millones de católicos, fundamentalmente en el África subsahariana, lo que supone el 16% de la población del continente. Francisco los confirmará en su fe y hará florecer aún más la Iglesia africana. No en vano es el Papa de la primavera.

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