Presentamos o escrito do arcipreste recollido nas "Cartas ao director" no Faro de Vigo de 14/04/08 en resposta á carta elaborada pola asemblea do congreso:
"RESPUESTA AL COLECTIVO VERAPAZ"
Ramón Portela Alonso, arcipreste de Vigo-Polígono
En primer lugar, agradezco el tono amistoso y conciliador con el que envían su carta pero creo que cometen en ella un error de perspectiva. No hay nada personal entre Ramón Portela y los señores Castillo, Vigil, etcétera. No se trata de algo que podríamos denominar una cuestión "técnica". En mi labor de pastor del pueblo de Dios es mi deber defender a los fieles de las doctrinas perniciosas que pueden dañar su fe. Yo no combato a las personas, sólo combato los errores…
De hecho el desmentido que esperaba sonaría algo así como: "Pedimos al arcipreste de Vigo-Polígono que se desdiga de sus palabras pues en el Congreso no ha habido nada que se apartase un ápice de la doctrina católica…", entonces yo de muy buen gusto me hubiese retractado públicamente de mis palabras, pero de acuerdo con mis temores se ha confirmado lo que presuponía iba a ocurrir, no ha quedado títere con cabeza en la doctrina católica.
Mi única pretensión era defender la fe de los cristianos sencillos que día a día se esfuerzan por ser fieles a la doctrina de la Iglesia y a los que manifestaciones de este tipo les dejan confundidos y desanimados.
En segundo lugar, dicen que es más lo que nos une que lo que nos separa. En esto, no estoy de acuerdo, lo que construye la unidad en la Iglesia es la fe y los sacramentos de la fe, y si en esto discrepamos, tal como parece ser, es más lo que nos separa que lo que nos une. Débiles son los lazos de la unidad cuando no se asientan sobre la verdad.
En tercer lugar, parece que el reproche que me hacen es que no he vivido la caridad. Como ya queda dicho no creo haber fallado a la caridad con nadie. Yo no he entrado en la conciencia de nadie, sólo Dios juzga. Me he limitado a denunciar los errores doctrinales de los señores Castillo, Vigil y la señorita Céspedes. Que una persona esté errada doctrinalmente no prejuzga nada de su condición moral.
En cualquier caso como a donde queremos llegar no es a Roma sino a la nueva Jerusalén, el único camino que a ella conduce es la caridad por el que deseo que todos caminemos.