Volvemos a lo que en la Liturgia le llamamos «Tiempo Ordinario», es decir, aquellos días y semanas en los que no se celebra ninguna festividad especial, y simplemente se nos va ofreciendo la lectura de uno de los evangelios –este año lo de Lucas–, para que vayamos poniendo en contacto con él nuestra vida también normal, común, de cada día. Es un tiempo precioso, porque nos invita a mirar a vida normal con ojos nuevos, humildes, sosegados, confiados, creativos, sabiendo que nuestra vida, aunque sencilla y común y a veces también dura, está llena de muchas cosas buenas, de muchas posibilidades. Y Dios, Jesús, quiere estar al pie de nuestra vida de cada día, con su presencia, con su aliento, ayudándonos a vivirla con fuerza y alegría, con paz y esperanza. Y con mucha solidaridad siempre, porque es en la solidaridad, en la preocupación de unos los pones otros y otras, en el amor, donde en definitiva se encuentra el sentido último y mejor de nuestras vidas (Manolo Regal)