Que sea Navidad, la verdadera.
Las barbas crecidas y blancas,
y los supermercados del consumismo,
deben quedar al margen.
Y nosotros debemos plantarnos en medio del egoísmo
y negarnos a la profecía absurda,
para abrir espacio al llanto y al canto de la solidaridad
y al grito de los pequeños y excluidos.
Que sea verdad todo lo que decimos en la liturgia y el folclore.
Que sea una Navidad de las raíces de Belén,
el Misterio de la Encarnación llamándonos a hacer Reino cada día.
Que sea Navidad, que no nos perdamos la Navidad.
Pedro Casaldáliga