Artigo sobre a figura de Bernardo, "Una teología profética"

Achegamos un artigo sobre Bernardo un dos dominicos de Babilafuente compañeiro da nosa comunidade que morreu nestes días.

Acaba de fallecer el dominico Bernardo Cuesta, de 57 años; ha sido un teólogo profeta ya en el segundo periodo postconciliar. Su figura y su talante de algún modo evocan a Julio Lois, también teólogo y profeta en el primer periodo de postconcilio. En sintonía con su espíritu, con el afecto y admiración que me inspiraron, me permito breves sugerencias sobre la misión del teólogo en la Iglesia.

Si la reflexión teológica es como acto segundo respecto al encuentro personal con Jesucristo que llamamos fe cristiana, el teólogo en su punto de partida y en su discurso es un creyente. Fiel a la tradición patrística, Tomás de Aquino desde su propia experiencia dejó escrito que el teólogo antes de saber algo sobre lo divino debe experimentar lo divino. Y si confesamos la encarnación, la experiencia de lo divino incluye también el apasionamiento por la humanización de la humanidad.

Jesús de Nazaret no fue un teólogo especulativo; no elaboró teorías ni dio sabias conferencias sobre Dios. Fue teólogo siendo profeta, descubriendo la presencia y voluntad del Padre en todos los acontecimientos y en todas las personas: que todos tengan vida, que puedan proceder con dignidad, que gocen de sus derechos fundamentales. En la intimidad con el Dios que afirma y sostiene la vida y dignidad de todos, se inspira la compasión de Jesús ante los sufrimientos humanos y su opción preferencial por los excluidos social o religiosamente

Como Jesús de Nazaret, el teólogo profeta mira la realidad desde el corazón de Dios y por eso es su portavoz. Y como Jesús, tampoco él huye de la comunidad; se siente dentro sostenido e impulsado ella; pero sufre al ver sus fallos y sus heridas que desfiguran su rostro como pueblo de Dios Con frecuencia la posición del profeta dentro de la comunidad es crítica y conflictiva. Pero no respira sentimientos de autosuficiencia, no se deja sobornar por ambición de poder o protagonismo, no lanza venablos cargados de agresividad.

Es capaz de sufrir la incomprensión y hasta perder la vida por amor a esa comunidad que incluso lo margina y lo persigue ¿No tenemos la referencia ejemplar en Jesús de Nazaret? ¿ No es el Profeta, el Portavoz de Dios, rechazado por las autoridades religiosas de su pueblo y por la autoridad del mundo representada en el imperio de Roma?

En el postconcilio estamos sufriendo en el interior de la Iglesia demasiada fragmentación por condenas de unos contra otros. La tentación del poder, el ansia de dominar, la idolatría de creernos únicos poseedores de la verdad, está matando la unidad que la Iglesia necesita para ser testigo creíble de Jesucristo.

Necesitamos verdaderos teólogos cristianos, que sean profetas, portavoces del Dios revelado en Jesucristo. Que vivan la eclesialidad de su fe como de su teología. Que hablen dentro de la Iglesia, que sean voz de las víctimas, que no se busquen a sí mismos, que trabajen apasionados para que todos tengan vida. Que sean capaces de proseguir la causa de Jesús aunque también deban pasar por la humillación.

El saber sobre Jesucristo no se transmite de modo prioritario en conceptos sino en la práctica de seguimiento. Fue la práctica de Julio Lois y de Bernardo Cuesta que con su forma de vivir y de hacer nos sugieren que la verdadera teología tiene que ser profética.

Fonte: blogs.periodistadigital.com/iglesia-dialogo.php/2012/01/22/p309067#more309067

Un comentario

  1. Que a terrra lle sexa leve, e aquelo polo que loitou, e no que creeu o xuzgue con benevolencia. E permaneza na memoria da comunidade cristia, como exemplo de fé.

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