¡Hay algo nuevo, y no podrido precisamente, en el reino de Dinamarca! Aunque es verdad que provocado por el olor a podrido. ¿Cómo soportar el olor fétido de una Cámara de los Diputados que absuelve a una diputada pillada y filmada recibiendo una gran suma de dinero sucio?
El 12 de octubre las calles del Brasil se llenaron de manifestantes, y en 1242 ciudades de los Estados Unidos surgieron protestas cívicas. Aquí 30 mil personas, la mayoría en Brasilia, exigieron el fin del voto secreto en el Congreso Nacional; el derecho del Consejo Nacional de Justicia a investigar y castigar a los jueces corruptos; la vigencia de la Ficha Limpia en las elecciones del 2012; y el fin de la corrupción en la administración pública.
La novedad es que, tanto aquí como en los Estados Unidos, las manifestaciones fueron convocadas por redes sociales. Una acción espontánea, sin partidos ni líderes carismáticos, y que por lo menos merecería el apoyo de la UNE, de la CUT y de los partidos catalogados como progresistas.
En los Estados Unidos crece el movimiento Ocupen Wall Street, que es donde radica el centro financiero estadounidense, protegido por la enorme estatua del toro que es un buen símbolo de la ganancia y la prepotencia del capital financiero.
La semana pasada más de diez mil manifestantes fueron apresados en los EE.UU., desenmascarando la publicitada libertad de expresión de la democracia capitalista. Libertad, sí, de especulación hecha por aquellos a los que Roosevelt calificó de ‘monarquía económica’.
A la élite usamericana le entró el pánico, a pesar de que las manifestaciones sean mucho más pacíficas y ordenadas quelas del Tea Party (de extrema derecha) en el 2009. El diputado republicano Eric Cantor llamó ‘turbas’ a los manifestantes. Mitt Rommey, precandidato republicano en el 2012, los acusó de provocar la «lucha de clases”…
El hecho es que el poder público aquí, y el poder económico allá están puestos contra la pared. Y ahora el movimiento se expande por los países de Europa directamente afectados por la crisis financiera y más interesados en salvar bancos que empleos.
La avaricia de los magnates yanquis es de tal calibre que acusan a Obama de ‘socialista’ por el simple hecho de que apoya la norma Volcker, que prohíbe que los bancos beneficiados con ayuda gubernamental practiquen la especulación.
Bush aprobó (y Obama no lo revocó) la reducción de US$ 50 mil millones del monto de los impuestos pagados por la minoría que gana más de US$ 250 mil por año. «¡Que paguen los ricos”!, decían los participantes en el Ocupen Wall Street.
Desde enero del 2008 el sector financiero de Nueva York eliminó 22 mil puestos de trabajo. Y está previsto eliminar otros 10 mil. El banco Goldman Sachs despidió a mil funcionarios y el Bank of America 30 mil.
En los EE.UU. apenas 31 millones de personas son consideradas ‘muy ricas’, lo que equivale al 1% de la población. Y todo el sistema de gobierno protege más a esa minoría que al restante 99%. En el Brasil los muy ricos son 3 millones.
El Brasil está bajo la amenaza de la crisis financiera. Nuestras exportaciones, en especial de soya y mineral de hierro, dependen mucho de China. Además, el 41.5% de las exportaciones chinas es consumido por los EE.UU. y la Unión Europea. Si estos dos bloques redujeran sus importaciones, se encendería la luz roja en China. Ésta creció un 10.3% el año pasado, y este año no debe bajar menos del 8.7%, cayendo al 8.2% en el 2012. Lo cual puede afectar las exportaciones brasileñas y causar, junto con el dragón de la inflación, más desempleo.
Todas estas manifestaciones callejeras son positivas, aunque insuficientes. No basta con protestar. Es necesario proponer un nuevo orden económico, un nuevo proyecto político, otro mundo posible…
Otro peligro implícito en las actuales manifestaciones es confundir apartidarismo con repudio a los partidos. Los partidos son imprescindibles para mantener o transformar el actual estado de cosas. El año que viene tendremos elecciones municipales. Con el Ficha Limpia vigente sabremos a quién no votar. Pero es necesario tener claro a quién votar, alguien libre de promesas vanas y de demagogia televisiva.
Es hora de comenzar el debate sobre valores y criterios para escoger a concejales y alcaldes. En caso contrario todo quedará como antes en el cuartel de Abrantes.
[Traducción de J.L.Burguet]
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